jueves, 5 de marzo de 2015

¿Cómo retomar los hábitos de estudio después de las vacaciones?

La mayoría de los escolares ya regresó al colegio o está a un paso de hacerlo. Cualquiera sea el escenario, es el momento para que los padres enseñen a sus hijos a retomar los hábitos que tenían antes de irse de vacaciones. No se trata de transformar este proceso en una preocupación, sino que de motivar y educar a nuestros hijos para que este proceso sea algo entretenido y llevadero.
Uno de los principales consejos que los padres deben seguir, consiste en la realización de actividades que fomenten la concentración, atención y la memoria, como una forma de reforzamiento de los procesos de aprendizaje que puede que se hayan olvidado en el verano.
Por ejemplo, es fundamental que los estudiantes recuperen los períodos de sueño, es decir su horario de levantarse y de irse a la cama. En lo posible, esto es bueno hacerlo una semana antes de retornar al colegio. Además, es importante hablar tanto con niños y adolescentes acerca de las materias aprendidas el último año, para refrescar los conocimientos.
Seis consejos para retomar los hábitos
Es vital que desde el comienzo del año escolar se retomen los hábitos. Por ejemplo, estudiar con tiempo para las pruebas, programar y respetar nuestros horarios, sin descuidar otros aspectos, como lo son las horas de descanso, recreación, sueño y alimentación, entre otros.
En muchas ocasiones, esto no es una tarea sencilla, por lo que se hace primordial el apoyo y la participación de los padres en el proceso. Estos deben estar preocupados de cumplir con ciertas cosas para que se logre el objetivo, como por ejemplo, como el cuidado del espacio de estudio, con las mínimas distracciones posibles, la luz adecuada y los materiales a disposición.
Dentro de los puntos más influyentes para alcanzar unos buenos hábitos de estudio en este época del año, podemos mencionar los siguientes:
Cambios de horarios: Lo peor es esperar hasta el último momento para comenzar a implementar cambios. Lo mejor es hacerlo con algunos días de anticipación para que no produzca tanta flojera a la hora de madrugar.
Repasos: Una de las tareas más importantes, es ir recuperando el hábito de la lectura. Esto se consigue leyendo todos los días, aunque sea por un rato. Es la forma perfecta de combinar el ocio con el aprendizaje. Si quieres hacer algo más entretenido, puedes escribir acerca de tus vacaciones, para ir recuperando el hábito y la costumbre de tomar apuntes.
Comprar los útiles escolares: Una buena decisión es que lleves a tus pequeños a comprar sus útiles, para que de esta forma, haga más entretenido el regreso a clases. No es recomendable dejar todo para última hora, ya que esto puede causar ansiedad y preocupación.
Reencuentro con amistades: Una de las mejores actividades para retomar los estudios es que vuelva a ver a sus amigos, por lo que debes dejarlos jugar con ellos, para que vuelvan a acostumbrarse.
No ser tan estrictos: Si bien entrar a clases significa más responsabilidad, es bueno que, sobre todo los primeros días, se le deje hacer al niño actividades extraprogramáticas, que se pueden mezclar con las tareas del colegio. Lo importante es combinar las rutinas, para que el cambio se haga de manera progresiva.
Actitud positiva: Los niños siempre tienden a imitar a sus padres, por lo que si te ve a ti, quejándote sobre tu vuelta al trabajo, probablemente él hará lo mismo con los estudios. El rechazo a volver a la cotidianidad suele durar unos pocos días, por lo que mientras antes pongas en práctica estos consejos, más fácil será la vuelta a clases.

¡Vamos que se puede!

jueves, 28 de agosto de 2014

Lo que más necesita un adolescente de sus padres

Aquí les dejo algunos conceptos básicos y muy efectivos para relacionarnos con nuestros amados hijos adolescentes.
1. Un lugar seguro para averiguar por sí mismos.
Ocurre casi todos los días, ya varias veces al día. Los adolescentes están siempre cambiando. Ellos van a cambiar sus ropas. Su estado de ánimo. Algunos días todo parece estar bien. Algunos días nada parece estar bien. Ser adolescente es difícil. A veces, nuestro mayor trabajo es actuar como si no nos diéramos cuenta.
2. Límites.
Nuestros hijos necesitan saber lo que está bien y lo que no. Pueden resistirse a las reglas, pero en el fondo se sienten seguros cuando hay reglas claras sin excepciones. Haz que sean claros y consistentes y tendrán consecuencias absolutas en lugar de cuando se rompen las reglas. Límites = Seguridad.
3. Libertad.
Dentro de esos límites, los adolescentes necesitan la oportunidad de estirar sus alas. Los adolescentes deben ser alentados, incluso a probar cosas nuevas, tomar algunos riesgos, para encontrar la aventura. Dando suficientes oportunidades para la aventura sana, evitarán muchos problemas.
Mantenga los niños ocupados haciendo la formación del carácter, actividades emocionantes y verlos convertirse en adultos frente a sus ojos.
4. Un oído atento.
Los jóvenes necesitan hablar, incluso los más callados se abrirán cuando se les de la oportunidad. Estén solos con ellos, en el auto o donde quiera que se pueda, y deje claro que usted quiere oír hablar de sus intereses y sus vidas. Sea paciente, y pruebe diferentes tiempos y lugares, hasta que lo descubras.
5. Sentido del humor.
Esto es lo bueno: ¡Los Adolescentes son graciosísimos!. No hay casi nada como el vínculo de una buena risa con tus hijos. Es un mundo duro, un buen sentido del humor hará que su niño supere muchas pruebas en la vida, así que foméntelo.
6.  Tocar.
Su hijo adolescente probablemente se aleje de ti físicamente, y eso es normal, aunque sea doloroso. Pero incluso él, un adolescente disgustado o enojón, necesitará los abrazos de sus padres. No lo hagas incomodar y mantén una distancia. Crea un “día del abrazo” como regla o algo que lo convierte en rutina y normal. Le encantará incluso si se niega a mostrarlo.
7. Interés genuino.
¿Qué es lo que tu hijo adolescente ama? Aprende a amarlo también. Debes conocer lo más posible sobre lo que les apasiona, para que puedan tener una conversación decente. Esto mantendrá las puertas abiertas, más que cualquier otro gesto que puedas hacer.
8. Perdón.
Los adolescentes cometen errores. Muchos de ellos actuarán de forma egoísta y buscarán su propio espacio. Ellos estarán inseguros y harán cosas estúpidas debido a eso. Ellos lo arruinarán muchas veces y te preguntarás “en qué me equivoqué”. Si sabes que ese momento se acerca, no te desesperes. Las consecuencias pueden estar en orden, pero así también puede ser muy gracioso.
9. Dirección.
¡Aunque no lo creas!: Tu hijos realmente desean que los orientes. Claro, ellos actúan como si no lo quisieran, pero lo quieren. Manténgalo relevante y lo más breve posible, pero cuando los ves frente a bifurcaciones en el camino, sigue adelante y dales algunos buenos consejos. Cita a alguien que podría respetar o algo así. Usted es el recurso más grande que tienen y necesitan de su dirección. Ellos te lo agradecerán, incluso toma 20 años.
11 Un ejemplo.
Nuestros hijos nos están observando, ellos obtienen mucho más de una idea acerca de lo que es correcto, incorrecto, lo bueno y lo malo de lo que haces que lo que dices.
¿Les gustó el texto? ¡A mí me encantaron los conceptos simples y prácticos!

¡VAMOS QUE SE PUEDE!

jueves, 31 de mayo de 2012

Cómo ayudar a nuestros hijos a controlar sus emociones

Nuestras vidas están determinadas a cada momento por nuestro estado emocional, es decir, por “cómo nos sentimos”. El problema es que nuestros hijos viven en un constante sube y baja emocional, controlados por sus propias emociones, reaccionando a éstas en formas que no los ayudan a lograr sus objetivos.
Pero, ¿qué son las emociones y cómo se originan?
Simplificando, podríamos decir que una emoción es la respuesta de una persona ante un evento determinado. Lo interesante es que nuestro estado emocional va a estar determinado, no por el evento, sino por el “significado” que le demos a ese evento. Por lo tanto, podemos decir que nuestro estado emocional puede ser modificado en la medida que modifiquemos el significado que le damos a un evento determinado.
He aquí la importancia de guiar a nuestros hijos a cómo controlar sus emociones, ya que la forma en que ellos interpreten y reaccionen a los eventos que les ocurran, influirá directamente en sus resultados y por consiguiente en su felicidad.
Veamos….
A todos los eventos o hechos que nuestros hijos enfrentan en sus vidas deben -quieran o no-  asignarles un significado y como resultado de este proceso van a generar un una emoción que puede ser positiva o negativa. Lo interesante es que hay infinitos significados que podemos darle a un mismo hecho y por lo tanto somos nosotros los destinados a elegir.
El poder de ELEGIR depende de mí y por lo tanto me da la posibilidad de controlarlo de la forma que yo quiera, es un poder que siempre hemos tenido pero que raramente ocupamos en nuestro beneficio.
Veamos un ejemplo…
Un estudiante obtiene una mala nota en Lenguaje, a pesar de haber estudiado (este es el hecho). Ante esta situación hay varias formas de responder, pero la mayoría de los estudiantes interpretan este hecho de la siguiente forma: “¡No soy capaz!, no puedo, qué sentido tiene que estudie” (significado). El resultado es un estado emocional negativo dando como resultado: niño  desmotivado que probablemente no haga un esfuerzo mayor y los resultados sigan siendo iguales o peores.
Por el contrario, el mismo estudiante podría haber reaccionado de la siguiente forma: “quizás no estudié lo suficiente, para la próxima prueba voy a estudiar mejor” (significado).  Este alumno interpretó el evento de forma positiva generando un estado anímico positivo; como resultado  lo más probable es que tome acciones y cambie su estrategia para obtener un resultado mejor. En este caso un evento que potencialmente era negativo se transformó en uno positivo simplemente por su ELECCIÓN.
¡Wow! ¿Se imaginan si uno pudiera interpretar todos los eventos que nos ocurrieran, buenos y malos en nuestro beneficio? Bueno, es posible y es un hábito que se relaciona directamente con la felicidad de una persona.
Aquí tienen algunos consejos simples y prácticos para que puedan ayudar a sus hijos y a ustedes mismos a controlar sus emociones.
1.- Enseñarles a reaccionar frente a situaciones adversas: la principal forma de enseñar estas habilidades es a través del ejemplo. Nuestros hijos aprenderán a reaccionar en gran parte imitando las reacciones de los adultos con que se criaron. Por ejemplo, la forma en que reaccionamos a un temblor, si nosotros los padres salimos corriendo ante cualquier mínimo movimiento de tierra, lo que estamos haciendo es enseñándole a nuestros hijos a reaccionar emocionalmente de esa forma a ese evento. Eso mismo se va reflejar en cualquier situación de emergencia, grande o pequeña, que puedan enfrentar en sus vidas.
2.- Enseñarles a aprender de sus errores para mejorar: celebremos los errores y busquemos la solución, es fundamental que recalquemos a nuestros hijos que los errores no tienen nada de malo, es simplemente la única forma de aprender. ¡Si los grandes personajes se equivocaron miles de veces antes de obtener los resultados deseados! ¿Por qué a nosotros debería molestarnos?  No tenemos que reaccionar de manera negativa, sino que preguntarnos ¿En qué puedo mejorar la próxima vez?
3.- Mantenerlos enfocados en sus objetivos: ante cualquier hecho lo importante es preguntarse, ¿de qué forma puedo interpretar este evento para acercarme a mis objetivos? De esta forma siempre encontraremos en algo potencialmente negativo la energía positiva para seguir en la búsqueda de mis objetivos. No se trata de mentirnos, sino simplemente de ser productivos.
4.- Enseñarles a reinterpretar los hechos negativos: todo puede ser interpretado de distinta forma, y para eso la mejor herramienta son las palabras. Si estoy con gripe es mejor decir “estoy sanando” que “estoy enfermo”. Antes de decir “¡eres un looser!”,  deberíamos decir “¡eres un winner en práctica!” Puede parecer divertido pero realmente hace la diferencia, las palabras son el medio a través del cual intentamos darle forma a nuestra realidad. ¡Ojo con lo que decimos!
5.- Buscar lo positivo en todo: Simplemente una forma de vivir, si uno se lo pregunta, siempre va a encontrar un aspecto positivo en todo, es simplemente práctica.






jueves, 5 de abril de 2012

El Secreto de los Estudiantes Excelentes



Definitivamente la diferencia entre un estudiante excelente y uno que no lo es, NO es un tema de inteligencia. Nuestros  estudios demuestran que cualquier estudiante puede desarrollarse de manera excelente en el área que desee si tiene la suficiente práctica ya que el cerebro es como un músculo que puede ser desarrollado si lo entrenamos.  Detrás de esto hay una explicación científica.

Veamos…

Nuestro cerebro tiene múltiples formas de conectarse y a eso le llamamos Neuroconexiones, y éstas se desarrollan en la medida que  ejercitamos el cerebro.   Es decir, todos nosotros nacemos con un bosque virgen de neuronas, pero no basta tener un montón de neuronas ahí instaladas. 

La inteligencia se desarrolla en la medida en que estas neuronas se conectan entre sí formando un gran bosque de conexiones y a través de éste se mueve toda la información.  Técnicamente, a esta unión intercelular especializada entre neuronas se le llama sinapsis.
Entonces por ejemplo, la primera vez que me pongo unos patines e intento andar, seguramente no sabremos cómo hacerlo. Esto se debe a que las conexiones necesarias no están construidas y por eso nos cuesta empezar.  Sin embargo, en la medida que yo repita esta acción, cada vez será más fácil, hasta que se establezca el nuevo sendero de conexiones que me va permitir andar en patines con mayor facilidad y finalmente en forma subconsciente, en ese momento se ha desarrollado una nueva habilidad.
Este es el origen de los problemas de nuestros hijos con ciertas materias. Uno de los ejemplos más comunes es el de matemáticas. Muchos estudiantes piensan que “no nacieron con mente matemática” porque les va mal o no les gusta. El problema no es ese, sino que han dejado de construir senderos de pensamientos en esa área, por años han desarrollado el mismo patrón de comportamiento: al sentirse confundidos deciden que no saben o no pueden, dejan de insistir y en consecuencia dejan de aprender.
No me canso de repetirlo. Todos nuestros hijos tienen el potencial para ser grandes estudiantes. Pero la única forma de poder desarrollar y conectar las neuronas es mediante la repetición sistemática. Está probado que cualquier persona puede desarrollar cualquier habilidad si practica lo suficiente.  Entonces podemos decir que “LA REPETICION ES LA MADRE DE TODAS LAS HABILIDADES”.

Los estudiantes excelentes son niños y jóvenes como cualquier otro, simplemente han desarrollado la actitud de responder a las dificultades iniciales de forma positiva.



¿Cómo hago para que mi hijo supere la confusión inicial del aprendizaje?

Lo primero es dejar muy en claro que TODO lo que aprendemos en la vida es difícil en un principio, más importante aún, la confusión es un proceso previo a cualquier aprendizaje. El estar confundido debería ser motivo de alegría ya que significa que estoy “a punto de aprender algo nuevo”. Por esta razón en mis seminarios les enseño a los estudiantes a que cada vez que alguien dice “ESTOY CONFUNDIDO”, tiene que saltar de alegría y decir “¡EXCELENTE, ESTOY A PUNTO DE APRENDER!

El rol de nosotros como padres es ayudar a nuestros hijos en estos procesos, darles herramientas y saber motivarlos e incentivarlos a seguir intentando. Apoyarlos en forma positiva y tener paciencia son grandes herramientas.
¡Vamos que se puede!

Escrito por en Apr 4, 2012 

lunes, 5 de marzo de 2012

MOTIVACIÓN: Cómo motivar a nuestros hijos en la vuelta a clases


 ¿Qué es motivar? Según la definición de la Real Academia de la Lengua es  “Ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia.” Es decir, lograr que alguien decida hacer algo y que además lo haga con ganas.

Por eso, si queremos motivar a alguien, primero tenemos que entender cómo toman decisiones las personas, qué motiva a una persona a hacer algo y que no. Hay dos principales fuerzas que definen nuestra forma de actuar y estas son el placer y el dolor. Todas las decisiones que tomamos tienen como objetivo en primer lugar alejarse de lo que nos cause dolor y en segundo lugar acercarse o repetir lo que nos cause placer.

A lo largo de la vida vamos teniendo experiencias y asociando dolor o placer a cada una de ellas, generando asociaciones positivas o negativas. En el futuro nos alejaremos de lo negativo y nos acercaremos a lo positivo.

Por ejemplo, si nuestros hijos tienen problemas con el colegio o algún ramo es porque asocian dolor con el estudio, los profesores o el entorno que el colegio les genera. Por el contrario, si a un niño le va bien en el colegio, es porque asocia cosas positivas con el entorno, el estudio, los logros y el aprendizaje. Estas asociaciones se han construido durante los años  y los padres, aunque no los únicos, somos los principales responsables de las mismas.

En la práctica, los padres podemos influenciar el entorno de nuestros hijos para que no asocien dolor con el aprendizaje y tener como fin último que asocien placer por el mismo. Por esto mismo debemos evitar motivar a través del dolor con retos, castigos y gritos y buscar otras formas mucho más efectivas en el largo plazo.
Aquí les doy algunas de mis recomendaciones para motivar a nuestros hijos:

1.- Utilizar la diplomacia y no la fuerza bruta: Evitar que la vuelta a clases sea una experiencia traumática. Por ejemplo la levantada en la mañana, que desde el primer día no sea una pelea constante, ya que lo único que hará el niño es asociar cosas negativas con la experiencia de levantarse para ir al colegio. Lo mismo con todos los temas relacionados a la vuelta a clases.

2.- Volver gradualmente a ciertos hábitos: Como el sueño y la alimentación. No cambiar todo radicalmente de un día para otro sino que hacerlo de manera paulatina para que el joven no sienta que el colegio está relacionado con comer cosas que no le gustan o acostarse temprano.
3.- Fijar objetivos: Sentarse con ellos y establecer objetivos. Cuáles serán sus objetivos académicos y personales para el semestre y para el año. Lo ideal es que se fijen objetivos a corto, mediano y largo plazo. Es importante que sean los objetivos de ellos y no los nuestros. Lo que buscamos es que asocien elementos que a ellos los motivan con el aprendizaje, así le damos un sentido a los estudios. 

4.- Fijar acuerdos desde el principio: Esto evita tener problemas diarios ya que acordamos previamente cómo vamos a funcionar durante la época escolar. Se trata de negociar no de imponer. Dentro de los temas a negociar están, horas al computador, tipos de colación, hora de levantarse y desayunar, etc. Por ejemplo en relación al computador podemos acordar que pueden estar máximo una hora al día en el computador siempre y cuando hayan estudiado al menos una hora ese día. Indirectamente estamos asociando el estudio con la posibilidad de hacer algo que a ellos les gusta.

5.- Fijar actividades extraprogramáticas: Lo ideal es que nuestros hijos tengan una actividad relacionada con deporte y otra que tenga que ver con la práctica de algún instrumento musical o cualquier otra arte, ambas actividades ayudan a incrementar el nivel de energía y tienen efectos positivos en sus capacidades intelectuales.

6.- Dar el ejemplo: Por supuesto que lo más importante es que nos vean a nosotros motivados con los desafíos del nuevo año. Contarles de todos los desafíos que tenemos en lo físico, intelectual, material y espiritual, y cómo estamos dispuestos a mejorar, sólo puede tener un efecto, y es que ellos también querrán hacer lo mismo en sus vidas.

¡Vamos que se puede!

Escrito por Pablo Menichetti   
Jueves, 01 de Marzo de 2012




lunes, 4 de abril de 2011

BAMBÚ JAPONÉS

En este texto hemos querido plantear una pequeña reflexión sobre las presiones o ansias que tenemos sobre nuestros hijos e incluso muchas veces, con nosotros mismos.

EL BAMBÚ JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra, no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!".

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.

En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
 ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No. La verdad es que se tomo siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito, aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés  y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.