¿Con cuanta anticipación estudiamos con nuestros hijos para una prueba?
Estudiar con poco tiempo de anticipación (uno o dos días antes) para una prueba, pone en juego la “capacidad” de memoria de cada uno, pero ese es un factor “azaroso”, ya que cada uno es diferente en ese aspecto y frente a un examen no reaccionamos de la misma manera que otros.
Todos poseemos distintos tipos de memoria, pero funcionan mejor unas u otras dependiendo de la persona.
El proceso de aprendizaje, a grandes rasgos, implica adquirir una determinada información que luego se convertirá en conocimiento y será guardado con el fin de utilizarlo posteriormente cuando sea necesario.
Ahí es donde aparece el concepto de memoria. Entenderemos “memoria”, como un mecanismo de grabación, archivo y clasificación de información, haciendo posible su recuperación posterior. Podemos distinguir cuatro tipos de memoria: memoria instantánea, memoria especializada, memoria a corto plazo, memoria a largo plazo.
No supone ninguna novedad que cuanto más se estudia un tema, más se retiene, ya que el cerebro detecta el interés en función del número de veces que se ha trabajado con un tema.
Sin embargo, a veces, a pesar de nuestro esfuerzo y conocer nuestra capacidad, parece que la memoria no responde. Los motivos más comunes podrían ser:
- No dormir suficiente.
- Excesivo consumo de alcohol y en menor medida, de tabaco.
- Falta real de interés.
- El estudio se realiza con muchas tensiones, lo que limita notablemente la capacidad utilizada.
- La información no se va a utilizar en el futuro.
Antes de un examen, los alumnos generalmente se encuentran muy nerviosos, lo que les hace parecer que no saben nada. Estos nervios son causados por la memoria a corto plazo que se encuentra sobrecargada para su estado normal.
Por lo tanto aquí encontramos la explicación: el trabajo constante será un reforzamiento y entendimiento de la importancia de dar a nuestros niños, la seguridad y confianza para rendir cualquier prueba y resolverla con éxito.